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Estudios sobre la historia del movimiento comunista en España

Manifiesto de la UCE (Unión Civica Española) de José del Barrio (1959)

Manifiesto de la UCE (Unión Civica Española) de José del Barrio (1959)

U.C.E. UNIÓN CÍVICA ESPANOLA
47, Rue de la Victoire P A R I S (9°)

A LOS DEMOCRATAS IBÉRICOS

Obreros, campesinos, estudiantes, clases medias, profesiones liberales

¡REPUBLICANOS DE TODAS LAS TENDENCIAS!

En su mensaje del mes de Abril el General Bayo ha dicho

Veinte años de exilio con un balance negativo es el resultado trágico de la emigración española enquistada en mantener errores y falsas posiciones de lucha contra la más odiosa de la tiranias que ha conocido la humanidad.

En esas líneas está condensado el más hondo sentir de la base unánime del destierro a uno y otro lado del Atlántico, sentimiento que también tienen los hombres republicanos del interior de España.

NECESIDAD DE LA LUCHA

En la actualidad, cuantos reflexionan serenamente sobre lo ocurrido respecto de España desde la derrota militar del nazifascismo, llegan a comprender que el desenlace de nuestro drama no puede esperarse del juego político de las cancillerías; que la solución de nuestro problema no puede venir del extranjero. Y' al mismo tiempo comprenden que las supuestas soluciones « transitorias », «intermedias », o « provisionales », pero ninguna de ellas republicana, que se han venido pregonando, no han servido ni sirven para acabar con la dictadura fascista de España ; que han servido únicamente para que los pueblos de España se vieran una y otra vez defraudados.

Descartadas por los repetidos fracasos esas « soluciones », no queda más que un camino : el de la lucha, tal como la aconseja y para lo que la aconseja el General Bayo ; una lucha abarcando todas las formas y empleando todas las armas.

España, en la persona del General Bayo, se ha encontrado a sí misma, dueña de sus destinos y consciente de que ella y solo ella es capaz, con su esfuerzo y su sacrificio, de poner fin a la tragedia. Es el valor de sus ciudadanos lo que cuenta. Es la confianza en nosotros mismos como entidad étnica y política que siempre realizó y está llamada a realizar los más altos valores históricos.

Nadie te dará nada si tú no luchas para conquistarlo, dice el General Bayo en su mensaje. Y este es nuestro lema. Porque la victoria no es regalo para pedigüeños ni prebenda para cobardes. La victoria es el premio al valor y la moneda con que se pague el espíritu de sacrificio.

Todo esto lo saben los pueblos de España. Legiones de hombres y mujeres decididos a luchar y a sacrificarse hasta ver derrocada la dictadura fascista de España, han oído la voz del General Bayo expresando sus propios pensamientos. Y han reconocido en ella una voz autorizada en la que pueden poner la necesaria confianza. Pues saben que el que les habla es un General guerrillero, patriota y republicano intransigente ; íntegramente demócrata ; soldado intrépido, siempre en activo al servicio de la libertad de los pueblos esclavizados, cuyas últimas pruebas las dió en las épicas batallas del pueblo cubano hasta derrocar la dictadura de Batista.

PARA QUE SE LUCHA

Ha llegado la hora de la lucha sagrada por la liberación de nuestra patria, lucha que establezca la M República sobre bases de auténtica estructuración democrática y revolucionaria que cree nuevas formas de vida en lo político, en lo económico y en lo social... dice también el General Bayo en su mensaje.

Para que la lucha se organice, se desarrolle y triunfe, los que van a combatir tienen que saber qué es lo que van a conquistar ; tienen que saber la clase y contenido del régimen con que se va a sustituir, sin solución de continuidad, la dictadura fascista derrumbada.

Ese régimen no puede ser otro que la III República. Nosotros afirmamos que todos los sectores de la opinión democráticorrepublicana que combaten la dictadura fascista española coinciden en un ideario cuyo común denominador puede resumirse así

- La III República estará basada en una verdadera democracia política, económica y social, garantizando los derechos individuales y colectivos contenidos en la « Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

En lo político

- La III República será federativa y estará integrada por decisión propia de las distintas nacionalidades de antecedente histórico y las otras circunscripciones regionales que recaben su derecho a la autonomía. Abogará por una firme entente ibérica con la futura República democrática de Portugal,
- asegurará la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial,

- garantizará los derechos de opinión, publicación, reunión, asociación y huelga,

- aseguró la libertad de Cátedra y la escuela será única, laica y gratuita ; establecerá un régimen moderno de enseñanza en todos los grados con libre y fácil acceso por selección cualitativa,

- establecerá la libertad de cultos y no admitirá privilegio ni menosprecio para ningún credo religioso siendo el Estado rigurosamente laico,

- mantendrá un Ejército y unas Fuerzas de Seguridad, cívicamente aptas para que estén exclusivamente al servicio y protección de las libertades ciudadanas, de la integridad territorial y de la independencia y soberanía del País ; no intervendrán bajo ningún concepto en la gestión de los asuntos políticos del País, menos en su dirección ; sus efectivos se mantendrán a un nivel razonable según sean las necesidades y sin que en ningún momento constituyan una carga improductiva para el Estado,

- su política exterior será de absoluta independencia, de total rechazo de toda inmisción extranjera en los asuntos interiores del país ; de imposición de total respeto a la soberanía y a la integridad del Estado ; de exigencia de reconocimiento de la igualdad de derechos ; de no adhesión a ningún bloque internacional de índole política o militar ; de oposición a toda división artificial del mundo en bloques o zonas de influencia ; de solidaridad activa con los pueblos oprimidos o perseguidos.

En lo económico

-impondrá una reforma agraria adecuada a las características de ceda nacionalidad, región autónoma o circunscripción regional,

-establecerá los correspondientes sectores económicos: nacionalizado, socializado, y privado,

-orientará principalmente sus relaciones económicas (y por tanto políticas, culturales, etc.) hacia los horizontes marcados por su geopolítica : Hispanoamérica y África, y se independizará de todas las servidumbres e hipotecas contraídas por el régimen fascista. De las deudas contraídas por la dictadura española responderán Franco y sus cómplices, cuyos bienes serán puestos bajo secuestro nacional, se hallen estos en territorio nacional o extranjero.

En lo social

-asegurará un régimen de Consejos Obreros con atribuciones definidas en cada uno de los sectores
económicos establecidos,

- garantizará el salario mínimo familiar, la no discriminación de la mano de obra masculina y femenina y la participación en los beneficios de las empresas en todos los sectores,

-asegurará el porvenir de la juventud por la adaptación cualitativa y el pleno empleo,

- dará efectividad a un perfecto régimen de seguros sociales bajo la intervención administrativa de los interesados.

MEDIDAS DE REPARACION

Resulta obvio decir que la III República indemnizará a todas las víctimas que sufrió el campo republicano durante la guerra civil que le fue impuesta y a cuantas ha hecho la dictadura fascista durante estas décadas de opresión ; que repondrá, según el escalafón correspondiente, a los funcionarios administrativos, civiles y militares, represaliados por la dictadura; que someterá a rigurosa .revisión las fortunas individuales o colectivas acumuladas desde 1934 ; y que depurará, mediante tribunales regulares debidamente constituidos, la responsabilidades políticas y criminales en que hayan incurrido quienes provocaron la guerra civil en 1936 y quienes han ejercido el poder dictatorial en todos los grados, gozando los procesados de todos los derechos a la defensa.

ORGANIZAR LA LUCHA

En ésta lucha que ya ha comenzado, no estamos solos: gozamos, en primer lugar, del apoyo moral y material de los pueblos hermanos de Hispanoamérica que se han liberado de los regímenes dictatoriales, una de cuyas expresiones es la Convención de Caracas, la que con tanto entusiasmo y tan eficazmente alienta nuestra lucha, a la par que hace lo posible para ayudar a la realización de nuestra plena unidad de acción y por arbitrar nuestras disensiones.

Tenemos y tendremos la simpatía y el apoyo de todas las fuerzas verdaderamente democráticas de cada país del mundo; y de nuestra unidad, de la efectividad de nuestra acción, depende el que aumente el volumen y la eficacia de la solidaridad internacional.

Demócratas hispanos: Vuestro entusiasmo, vuestra adhesión, vuestra respuesta afirmativa a los llamamientos del General Bayo tienen que concretarse y manifestarse colectivamente ; tienen que traducirse en organización y acción común.

Estamos seguros de interpretar a todos tomando la iniciativa de dar forma y cuerpo al movimiento de adhesión a los llamamientos del General Bayo. Por eso, como nuestros compatriotas de otros países, hemos constituido la U.C.E. en Francia.

Os llamamos a todos a incorporaros de urgencia.

LA U.C.E. Y LA HOSPITALIDAD FRANCESA

Nosotros, la U.C.E. en Francia, no quebrantaremos las leyes de la hospitalidad francesa a las que siempre, ayer como derrotados, hoy como luchadores y mañana como vencedores, rendiremos nuestro más fervoroso reconocimiento. Porque esperamos y confiamos que el pueblo francés y sus Instituciones no olvidan por su parte que los hombres liberales de los pueblos de España también rindieron tributo de sangre y de dolor a la libertad del pueblo francés, a la liberación de Francia, libertad que los pueblos de España quieren forjar para sí.

Por decenas de miles se cuentan los muertos, heridos y mutilados caídos en los diferentes frentes de batalla de Francia, en las filas de las gloriosas divisiones de las F.F.L., en las de la heróica Resistencia interior, y en los campos nazis de exterminio.

Son estos argumentos irrebatibles, de los que la democracia hispana se siente orgullosa, que nos permiten poner nuestra confianza en la comprensión del republicanismo francés hacia nuestra causa. Y eso frente a los mismos que crearon y custodiaron campos de concentración como el de Miranda de Ebro, tan tristemente conocido entre los patriotas franceses que acudían a los llamamientos de los Jefes de la Francia Libre con el mismo entusiasmo y la misma nobleza con que nosotros acudimos hoy a los llamamientos de la Convención de Caracas y del General Bayo.

¡DEMOCRATAS IBÉRICOS !

La U.C.E. necesita vuestra adhesión y vuestro esfuerzo porque lucha y luchará para adelantar la hora de la Independencia y de la Libertad, la hora de la III República, que pronto ha de sonar en todos los ámbitos de la Península Ibérica.

París, 18 de Junio de 1959.

José del BARRIO José BURELL
Constantino ALVAREZ Enrique ARINO
Rosendo COSTA José NAVALES

Bibliografía

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"Alfredo", "Ercoli", Togliatti

"Alfredo", "Ercoli", Togliatti

La figura de Palmiro Togliatti ha gozado tradicionalmente de buena prensa entre un amplio sector de la izquierda historiográfica. Togliatti es dibujado con tintas que lo caracterizan como un eurocomunista avant la lettre, capaz de influir, junto a Dimitrov, en el viraje frentepopulista del VII Congreso de la Komintern; de dirigir con acierto la línea del PCE durante la guerra de España, evitándole las tentaciones maximalistas de asumir el poder contra sus aliados; y de extraer de la derrota republicana las enseñanzas que le conducirán, desde sus "Escritos sobre la guerra de España" hasta el "memorial de Yalta" -su testamento político-, a la formulación del policentrismo, el abandono del dirigismo soviético y la crítica de la ausencia de democracia en el sistema del "socialismo real".

Togliatti -"Alfredo", para los dirigentes comunistas españoles- se fabricó él mismo, y con la inestimable colaboración de otros, su propia leyenda: arrostró el riesgo de permanecer en España para montar, junto con Pedro Checa, la necesaria infraestructura clandestina del partido cuando el golpe de Casado precipitó el final de la guerra, mientras que el grueso de la dirección comunista abandonaba precipitadamente el país desde el aeródromo de Monóvar, el 7 de marzo de 1939; capturado por los casadistas, junto con Pedro Checa y Fernando Claudín, logró evadir la prisión y poner en marcha las directrices para la evacuación de cuadros y militantes; ante la confusión reinante, con los comunistas combatiendo al mismo tiempo en las calles de Madrid contra los casadistas y las avanzadillas franquistas, elaboró un documento en el que se fijaba la línea del partido, tendente a evitar la reproducción de una guerra civil dentro de la guerra civil; y, en el último momento, con las tropas de Franco pisándole los talones, abandonó España desde la escuela de vuelo de Totana, dejando en funcionamiento una nueva dirección clandestina, encabezada por el vasco Jesús Larrañaga.

En el archivo del PCE se conservan, sin embargo, multitud de informes, realizados por dirigentes y cuadros de todo nivel a consecuencia del impulso de "reflexión" puesto en marcha cuando Stalin preguntó retóricamente a Codovilla, Dimitrov y otros por las causas del "luctuoso final" de la guerra española, que no se compadecen exactamente con la versión de Togliatti.

El “Alfredo” de Monóvar aparece como un individuo preocupado por tener que tomar decisiones propias sin contar con la posibilidad de restablecer la comunicación con la Komintern, cortada por la caída de la emisora de Albacete en manos casadistas. Su captura a las afueras del aeródromo no hace sino aumentar su tribulación: el documento que elaborará a medio camino entre Alicante y la ciudad manchega (y que verá la luz el día 12 de marzo ) contiene formulaciones claramente derrotistas –como la publicación de la deserción de la flota, refugiada en el puerto tunecino de Bizerta, lo que provocará el pánico y la huida precipitada de algunos cuadros esenciales para asegurar la línea de costa Cartagena-Alicante de cara a una evacuación organizada-, y adolece de debilidades tácticas injustificables, como dejar al Consejo de Defensa la iniciativa de negociar o no el cese de los enfrentamientos y la vuelta a la legalidad del PCE sin formular ninguna medida de presión.

Desde el día 9 circulaba otro manifiesto bien distinto, en el que una dirección paralela, encabezada por Jesús Hernández desde su puesto de mando cerca de Utiel, llama a los comisarios y militares comunistas a no relegar el mando ni entregar las armas bajo ningún concepto sin haber conseguido la restitución de la legalidad frentepopulista y sin que hubieran cesado las persecuciones, so pena de emplear contra la Junta casadista las tropas y tanques de la 47 división del XXII Cuerpo de Ejército, al tiempo que se justifica la resistencia de las unidades comunistas que combaten en Madrid. Sin embargo, Togliatti escribirá más tarde que su documento estaba redactado en términos “mucho más enérgicos” que el de Hernández, y que en cualquier caso eran complementarios. Lo cierto es que, según referiría Stepanov en su informe personal, el manifiesto de Togliatti sentó como un tiro entre la dirección ya exiliada en Paris, que acordará en reunión de su Buró Político recomendar a L´Humanité que no procediera a su publicación.

"Alfredo" afirma también que restableció el contacto con Hernández el 12 de marzo, pero no hay testimonio directo de que llegaran a verse, dado que Togliatti parecerá más preocupado en procurar la evacuación de los asesores soviéticos –para lo que necesitaba entrar en contacto con el aparato de la Komintern, que debería enviarle los barcos de la “France Navigation” a tal efecto- que en diseñar la nueva infraestructura del partido adaptada a la clandestinidad que se avecina. De hecho, Togliatti se refugia en una casa proporcionada por su compatriota Ettore Vanni, director del periódico comunista valenciano “Verdad”, desde donde logrará recuperar el contacto con Moscú gracias a la llegada de su mujer, Rita Montagnana, aunque solo podrá obtener el envío de un barco, el Lezardieux.

Mientras Checa, Hernández, Larrañaga y otros se encargan apresuradamente de repartir responsabilidades y funciones entre quienes pasarán a ser la dirección comunista clandestina en el interior, Togliatti redacta un nuevo manifiesto, supuestamente en nombre del Comité Central, con fecha 18 de marzo, en el que vuelca todas las responsabilidades de la derrota en la actitud del Consejo de Defensa. En abierta contradicción con lo que había sostenido seis días antes, la intención que le atribuirán posteriormente disidentes como Hernández o Félix Montiel será la de endosar la derrota en exclusiva a la junta de Casado, dejando incólumes las que pudieran incumbir al propio PCE. Sea como sea, el tercer documento viene a añadir confusión sobre confusión. Tres días más tarde, según él, o el 24 según otras fuentes, “Alfredo” y los últimos dirigentes comunistas en España alzan vuelo rumbo a Orán. Mientras la mayor parte de ellos permanecerán varias semanas internados en condiciones deplorables, Togliatti hará valer su condición de ciudadano soviético para abandonar inmediatamente la colonia francesa.

La figura de Palmiro Togliatti aparece, pues, como la de un kominteriano al uso, probablemente con más capacidad política que otros de pensamiento más esquemático –como Stepanov- o más simple –como Codovilla-, pero no menos dócil a las directrices estalinianas ni menos celoso de la supervisión del partido a él encomendado. Sus posiciones de marzo de 1939 no son las del dirigente reflexivo que ha llegado a la conclusión de la inutilidad de la resistencia mediante el análisis del contexto y extrae enseñanzas útiles para el futuro, sino las del funcionario eficiente que ha de dar carpetazo a un conflicto amortizado por la dirección de la internacional desde finales de 1938 y que algunos de sus protagonistas se empeñan enojosamente en proseguir a despecho de las nuevas necesidades de la geoestrategia soviética.

Togliatto, "Alfredo" o "Ercoli" tardará mucho en llegar a sus célebres conclusiones heterodoxas: no se conoce que alzara una voz discrepante cuando buena parte de la dirección del PCI refugiada en la URSS sea liquidada, como la de otros partidos –el polaco, el alemán…- durante las oleadas de purgas posteriores a 1937. Ni que denuncie las mentiras con que se entablarán procesos como los que, en 1948, costaron la vida a antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales, como el ministro del Interior húngaro, Laszlo Rajk, al que se hará confesar que había sido liberado de su cautiverio en el campo francés de Vernet a instancias de la GESTAPO; o como el que laminará a la dirección del partido comunista checo -de la que formaba parte el ex brigadista Arthur London, viceministro de asuntos exteriores- cuyos integrantes serán acusados de “agentes del capitalismo” y “espías al servicio del imperialismo norteamericano”. Su "oscurecimiento transitorio" parece tener más dósis de lo primero que de lo segundo.

Indalecio Prieto y los comunistas

Releyendo el ciclo de "El laberinto mágico", de Max Aub, me encuentro de nuevo con esta valoración de Indalecio Prieto que siempre me ha llamado la atención:

"Dicen ‘la historia le juzgará’, como si nosotros no fuésemos historia o el futuro valiese más que el pasado o el presente. Alguien me ha contado alguna vez aquella madrugada bilbaína en que dijo: ‘De no despertarme mañana Presidente del Consejo, no me interesa nada’. En aquella época, era una fantasía de la imaginación. Algunos años después pudo serlo y se negó. ¿Por comodidad, rehuir de responsabilidades, inseguridad en sí mismo?
Como tantos, creció, se hizo y acostumbró en la oposición. Orador, prefirió atacar el poder a defenderlo; hombre de partido, pocas veces gozó de la mayoría de los votos de sus correligionarios y, si los tuvo, buscó triquiñuelas para no coincidir con sus compañeros de directiva; jamás se entendió con Largo Caballero ni con Besteiro, amigo de soluciones personales buenas para él con tal de que no fueran compartidas por otros que podían ofrecerlas distintas.
Opositor por nacimiento, periodista por gusto de llevar la contraria, moviéndose como anguila en barro entre chismes, dimes y diretes, llevando sus simpatías y diferencias a categoría superior, dándoles una importancia que no tenían, hinchaba perros, él, tan obeso. Con visión clara de la realidad nunca procuró enfrentarse decididamente a ella más que palabreando. Gracioso, ocurrente, de inteligencia aguda, perspicaz, honrado hasta donde puede serlo un político profesional, amigo de los entresijos del poder, que le sorbía el seso, de gran memoria como lo son indefectiblemente los que andan en eso y aficionados de verdad a la cosa pública; mangoneó durante más tiempo que nadie la política española republicana:
- ¿Qué diría Prieto?
-¿Qué hará Prieto?
No se hacía nada sin Prieto y Prieto no hacía ni dejaba hacer. ¿Con tal de molestar? No, sencillamente porque no se hacía o dejaba de hacer lo que él quería - o quería de otra manera- llevar a cabo. Siempre dijo que no, príncipe de distingos.
Para toda una vida dedicada a la política, los nuevos Ministerios de Madrid, el proyecto de unión de las estaciones de ferrocarril, más parecen obra de alcalde que de ministro.
Su influencia fue personal -extraordinariamente simpático, ocurrente-; su fuerza, la palabra -oral y escrita-; en ella quedó, buena para el escritor que no fue, mala para un político. Sus inquinas de campanario, sus previsiones justas -todas resonantes- le impidieron tener un norte al que se sacrificara; sus odios personales, enardecidos por su agudeza, le llevaron a extremos lamentables para el pueblo que siempre esperó de él tanto o más que de nadie.
Defraudó a todos, menos con la lengua. No usurpó: frustró, inutilizó, dejando sin resultado monumentos y renombres que había contribuido a construir. Teniendo tantas cosas en la mano las dejaba caer al final por desidia, cansancio o, tal vez, por haberse dado cuenta de que sirvió para poco pudiendo haber sido tanto, refugiado en sus recuerdos de juventud.
Sabiéndose superior - lo fue durante años-, gozne sobre el que giró durante unos lustros la política española, se desperdició y a los demás: Vivirá los años suficientes para quedarse solo, mirar hacia atrás, y no remorderle la conciencia.
Gran degustador de zarzuelas y de toda clase de alimentos, gordo, ojos de buey, oportuno en réplica, cazurro, dañó con su clarividencia, aplicado más a su gusto personal que al servicio público, no a su medro. Le perdió, como a tantos otros, el desprecio. Profundamente burgués, hijo de su siglo y no, como quería, de su etiqueta socialista. En esta diferencia entre su marbete y su verdadero pensamiento radicó parte de su impotencia, empeñándole en lo contrario. Díjose disciplinado para centrar las discordias de los demás capitostes de su partido. Así vino a reñir con todos los sobresalientes, más si crecidos a su sombra.
Quien tonto o envidioso hace daño, puede, naturalmente, ganar el olvido. Prieto, que oye gemir el viento en las Antípodas, quedará durante algún tiempo en el de las memorias como uno de los políticos españoles más funestos de nuestro tiempo."

Cuando describe a Prieto, Max Aub lo hace en 1968 desde la perspectiva del desengaño. El retrato lo pone en boca de un joven periodista que escribe un artículo para el diario Adelante del 5 al 6 de marzo de 1939, es decir, bajo el impacto del golpe de Casado. Lo hace desde la óptica de un negrinista que va a asistir al drama del puerto de Alicante y del campo de Albatera y que sabe que ese final ha contado con la aquiescencia de los principales dirigentes de su partido. Ni Negrín ni Prieto se perdonaron, como demuestra su epistolario, ni este transigió con los negrinistas de su partido (Lamoneda, Peña...), a los que expulsaría en México y en Francia entre 1945 y 1947.
A Prieto le incumben grandes errores. Valga en su descargo que no eran solo suyos, sino propios de la trayectoria histórica de su partido, al que la sociedad española otorgó fuerza suficiente para capitanear los profundos cambios que ansiaba pero al que sus dirigentes, presos de un esquematismo teórico huero, de un radicalismo postizo y de una práctica cotidiana medrosa, convirtieron en un acabado modelo de los indeseables efectos de las cosas a medio hacer.
Prieto rechazó asumir la presidencia del gobierno tres veces: Las tres veces contaba con el apoyo de Azaña, de los republicanos y de una fracción parlamentaria de su partido no desdeñable. En todas ellas quiso someterse al nihil obstat de los órganos partidarios aún conociendo la animadversión de los puristas, entre ellos su principal adversario, Largo Caballero. Y si la primera vez, en el 33, se sometió al dictamen de la ejecutiva y de la minoría parlamentaria -controladas por Caballero y Besteiro-, que le vetaron la asunción del cargo, en la primavera del 36 podía perfectamente no haberlo hecho, desplazados como estaban del liderazgo de ambas instancias los citados contrincantes. ¿Que ello suponía dar la batalla a Caballero y arriesgar la escisión del partido? De hecho, el plan y el riesgo ya estaban descontados para Prieto, que contaba con ello en el congreso del PSOE que precisamente no llegó a celebrarse por la sublevación facciosa de julio.
¿Era el "don Inda de los repentes", cómo le denominaba Azaña, el mejor ministro de Defensa posible? No se duda de lo valioso de su esfuerzo para reorganizar el Ejército Popular e incluso para mantener su estructura de mando al margen del proselitismo partidario; ni de sus quince horas de trabajo al día durante meses, teniendo que asumir la pérdida del Norte y las continuas derrotas que anunciaban la ruptura del territorio republicano en dos. Es comprensible su desazón y su pérdida de confianza en la victoria. Pero, ¿qué otra opción quedaba al margen de la política de Negrín de resisitir? ¿Cómo se pasa de querer declarar la guerra a Alemania tras las represalias de la flota nazi por el bombardeo del Deutschland al ofrecimiento a Leon Blum para que buscara una mediación internacional para una "paz honorable"? ¿Y de verdad podía creer en la "paz honorable" con Franco? Y si lo creía, ¿qué hacía dirigiendo el esfuerzo de guerra como ministro?
Por último, hay que convenir en que fracasó en buscar los aliados más recomendables para la restauración democrática en España. Deslumbrado por ese laborismo inglés, tan fabiano y tan desideologizado en la práctica como el propio socialismo español, confió en que Gran Bretaña liderara tras la guerra mundial una especie de reedición del pacto del Pardo que, a cambio de restablecer la monarquía parlamentaria, permitiera al PSOE, aligerado de su ala maximalista, convertirse en la izquierda de Su Majestad. Hay quien le alaba por ello como un precursor de quienes se atrevieron a desprenderse del fetiche de la restitución de la legalidad republicana para lograr la reconciliación de los españoles en un nuevo régimen. Su buena voluntad, en cualquier caso, resultó burlada por los seguidores de Juan de Borbón que, restauración por restauración, acudieron a garante más seguro que, al fin y al cabo, era aquel que se había sublevado bajo la bicolor y a los sones de la Marcha Real contra esa España republicana a la que Prieto consagró lo mejor de sus energías, con resultados decepcionantes.
Respecto a la creencia en la posibilidad de una mediación para la finalización de la guerra, sostenida por Azaña y Prieto - y muy diferente, en cuanto a concepción y fines, de la apuesta por le reedición del "abrazo de Vergara" que hicieron Casado y sus cómplices-, es el resultado de una errónea apreciación de la naturaleza de la guerra civil, vista como uno más de los brutales episodios de violencia que habían asolado el proceso de la revolución liberal en España desde la reacción fernandina contra las cortes de Cádiz hasta la dictadura de Primo de Rivera, pasando por las recurrentes carlistadas y los cuartelazos de los espadones. Ambos minusvaloraban el carácter de "guerra total", de lucha agónica, de confrontación entre proyectos excluyentes hasta la total aniquilación del contrario, que habian alcanzado las guerras del siglo XX. La guerra no fue planteada por los rebeldes como un turno para las fuerzas tradicionales y conservadoras mediante un sacudimiento violento del tablero de juego, al estilo de los clásico pronunciamientos del XIX: era una cruzada que solo podía concluir con la extirpación quirúrgica de la anti-España, la resolución definitiva del contencioso entre orden y revolución mediante la devolución del país al punto de partida previo a 1812, pero con las técnicas avanzadas de represión, exterminio, y encuadramiento de masas de los años 30 del siglo XX. El mismo error cometieron en cuanto al análisis del contexto: anhelaban encontrar en los años 30 la potencia mediadora dispuesta, como los EEUU en la Gran Guerra, a implicarse en poner las bases de un acuerdo internacional para la consecución de un armisticio. Buscaban un Wilson dispuesto a sentar de las orejas al kaiser en una mesa de paz y solo encontraron a un Chamberlain dispuesto a claudicar ante Hitler frente a un mapa roto de Europa.

Cierto que Prieto tenía las ideas mucho más claras -infinitamente más claras- que Besteiro y que Caballero acerca de la imperiosa necesidad de que los socialistas contribuyeran desde el gobierno a impulsar la modernización del país que se proponía la República. El problema es que no está claro si no pudo o no supo resolver la insalvable contradicción que envolvía en un marasmo paralizante a un PSOE que quería ser, al mismo tiempo, gobierno y oposición; tocar poder pero no capitanearlo ni desgastarse con él; reservarse incólume para una revolución a plazo indeterminado e impedir que otros la llevaran a cabo sin su liderazgo.

Jesús Hernández a los comunistas de España [Acción Socialista, número 22-23, París, 15/12/1951]

Jesús Hernández a los comunistas de España [Acción Socialista, número 22-23, París, 15/12/1951]

"Durante su estancia en Yugoslavia nuestro compañero Jesús Hernández se dirigió por el micrófono de Radio Yugoeslavia a los comunistas del interior. Damos a continuación el texto integro de su importante discurso.
CAMARADAS,
Mi filiación política os es sobradamente conocida y no os cabrá ninguna duda de que al dirigirme a vosotros os está hablando un comunista. Pero esto sí, un comunista español, un comunista que no concibe la lucha por la liberación de España del régimen franquista y por una vida democrática y progresiva, sin un amor profundo, entrañable, por su país.
Hay un tipo de “comunismo” que en toda su actuación antepone los intereses de una potencia extraña a los de su propia Patria. Es el “comunismo” kominformista, ese “comunismo” desnacionalizado, mercenario, que no siente el sonrojo al proclamar su dependencia servil al Comisariado de Negocios extranjeros de la Unión Soviética. Es ese “comunismo” que pretende convertir a España en una colonia rusa y al mundo en un feudo de los nuevos señores del Kremlin.
Contra ese “comunismo” nos hemos revelado los comunistas que, ante todo y sobre todo, amamos a nuestra tierra, los comunistas que no concebimos, la democracia y el bienestar de nuestros pueblos sin el disfrute de la plena libertad y soberanía nacionales.
Hay pues dos tendencias en el mundo que, hablando de comunismo, expresan dos cosas irreconciliables: La Libertad o la esclavitud, la Democracia o la tiranía, la Independencia o la servidumbre, el respeto a la personalidad humana o la anulación del hombre como ser social.
Nosotros formamos parte de los que creen que el Socialismo por ser una cumbre cimera en el desarrollo y evolución de la humanidad hacia metas superiores de civilización y de progreso no puede bajo ningún concepto y por ninguna razón, convertirse en el obstáculo para que los hombres puedan pensar y opinar libremente.
No queremos sustituir una tiranía por otra tiranía, queremos una vida de auténticos hombres libres en una sociedad sin privilegios de clase, casta o poder. El Socialismo sin libertad no es Socialismo.
El Socialismo implica igualmente el más amplio concepto del internacionalismo proletario y de la fraternidad humana y, para que sea así, ha de tener por base el respeto a la libertad y soberanía nacionales de cada pueblo y reconocer la igualdad entre los países grandes o pequeños.
Si una gran potencia socialista, por la sola razón de la fuerza, se cree con derecho a erigirse en “Nación directora” y a imponer su voluntad a las naciones más débiles, el internacionalismo proletario y la solidaridad socialistas habrán muerto, y en su lugar, nacido un tipo de imperialismo aún más repulsivo que el clásico del capitalismo, pues este se presenta bajo banderas bordadas con hoces y martillos.
Tal es el “socialismo” y el internacionalismo que practica hoy la Rusia de Stalin; tal es el Socialismo de que hablan los kominformistas. Con ese “socialismo” no tenemos ni .queremos tener nada de común los comunistas porque ese “socialismo” tiene más de Ivan el Terrible y de Pedro el Grande, que de Marx, Engels y Lenin. No, son otras las razones de esa lucha monstruosa de los actuales dirigentes soviéticos contra la Yugoslavia Socialista y contra todos los comunistas que, por no haber dejado de serlo, estamos a su lado. Ninguno de los que me oís, ninguno de los militantes del Partido
podéis creer que miles y miles de vuestros viejos compañeros de lucha nos hemos convertido en fascistas, en renegados y en agentes del imperialismo. Podéis tener, sin duda, una idea equivocada por falta de información o por una información tendenciosa. Pero pensad un momento: Un hombre puede corromperse, un hombre puede traicionar, uno y una docena, pero es inconcebible que traicionen miles y decenas de miles de los más probados cuadros del Partido, de hombres a quienes habéis conocido hasta ayer en todos los puestos de mayor riesgo y responsabilidad y que al igual que ayer siguen siendo obreros, trabajadores, que con su esfuerzo físico se ganan el pan. ¿Qué interés podría haberles llevado a traicionar sus ideales? Ninguno. i Qué hay pues en nuestra posición política actual ?: Hay lo mismo que ha habido siempre : cariño y fidelidad a nuestras banderas de lucha contra el franquismo y por la libertad e Independencia de España ; cariño y fidelidad a los principios del marxismo-leninismo. No somos nosotros los que nos hemos alejado de Rusia; son los dirigentes soviéticos los que se han alejado del Socialismo. Es una penosa y amarga verdad contra la que nos hemos resistido durante muchos años. Pero al fin, la verdad se ha impuesto y nosotros estamos a su lado. Y por estar con la verdad, estamos en las mismas posiciones de la Yugoslavia Socialista. Pensad, camaradas; ¿Cuál sería vuestra posición si mañana, liberada España de la tiranía franquista y establecido un régimen Socialista, conquistado con la sangre de millares de españoles y con el apoyo entusiasta de todo el pueblo, se pretendiera por cualquiera dictar desde el extranjero lo que deberían hacer o dejar de hacer los españoles ? Con toda razón y con toda dignidad les diríais que en España los españoles saben escuchar, pero que son los españoles los que deciden sobre sus asuntos internos por su voluntad libre y soberana.
Si ese mismo intromisor extranjero, aun llamándose socialista, pretendiera imponeros sus maneras, hábitos y costumbres, ajenas además a la idiosincrasia y manera de ser de los españoles, y al mismo tiempo os expoliaba, ¿qué haríais? Es lógico que procederíais con todos los respetos a decirle que el Pueblo español es un pueblo de adultos, que no acepta imposiciones de nadie, ni de ninguna especie.
Si ese mismo país que se dice socialista por ser más fuerte y poderoso, tratara de imponerse por la fuerza y doblegar vuestro sentimiento de independencia ¿qué otra posición podíais tomar dignamente que la de alzaros en masa y demostrarle que preferís mil veces la muerte antes que aceptar vivir bajo una nueva servidumbre?
Después de todo ello ¿qué concepto os habríais formado de la honradez revolucionarla y de la sinceridad comunista de quienes, por haber defendido vuestros derechos, os llamaran fascistas y vendidos al imperialismo? Llegaríais a la triste, pero única verdad, de que los hombres que representan ese País, podrán tener de todo, pero que les falta lo esencial: Ser comunistas y conducirse como comunistas. Pues bien, camaradas, ese ha sido el proceso de la Yugoslavia Socialista y así ha sido y sigue siendo la incalificable conducta de los dirigentes soviéticos.
Podréis preguntar: ¿ pero, cómo, es que la Unión Soviética, no es un País socialista ? La U.R.S.S. hizo una revolución socialista, la Unión Soviética tiene la base de una sociedad socialista, pero la política de Stalin, el stalinismo, es una política que está frenando y desfigurando el socialismo, tanto en la vida interna de la U.R.S.S., como en su política internacional. El stalinismo está en contradicción con los verdaderos intereses del Pueblo soviético y con la práctica de los auténticos principios del marxismo-leninismo en el orden internacional.
Como podéis ver no se trata de que nosotros queramos oponer Belgrado a Moscú, o que cambiemos Yugoslavia por Rusia. No es un problema de Geografía como pretenden haceros creer los Uribe, Antón o Pasionaria. Es un problema de fidelidad en la interpretación y aplicación de la doctrina marxista-leninista.
El Socialismo no es sólo un problema de máquinas y de cifras de producción. El Socialismo es ante todo, un problema esencialmente humano. El Socialismo necesita las máquinas para fortalecer el nuevo orden social en todos sus aspectos, pero don de hay que estructurarlo primero es en la conciencia del Pueblo. Darle a un pueblo, que ha destruido el régimen capitalista, máquinas y mantenerlo, en la miseria; darle altos hornos y quitarle la Libertad; darle centrales eléctricas y ponerle un policía a cada ciudadano: concederle en la Constitución todas las garantías individuales y ahogar su critica mediante el terror; suprimir la explotación de la burguesía y sustituirla por la explotación de una casta burocrática, y habréis convertido el Socialismo en una cosa odiosa y odiada por el pueblo. Tal es hoy la Rusia de Stalin. En Yugoslavia, también se edifica el Socialismo, se hacen grandes construcciones industriales, ferrocarriles, plantas eléctricas etc. pero eI pueblo siente que esa potencialidad industrial se transforma en un constante mejoramiento de su nivel de vida. En Yugoslavia los hombres pueden pensar y decir lo que piensan sobre la política de sus dirigentes. El Socialismo yugoslavo ha comprendido que lo que se debe atacar no es la crítica, sino las causas que motivan la crítica. Yugoslavia nos demuestra que el Socialismo no está en contradicción con el más profundo y amplio ejercicio de la libertad individual y colectiva de la sociedad.
Por eso, los auténticos comunistas estamos alineados en las mismas trincheras de la Yugoslavia Socialista, desde las que se defienden hoy los principios y los objetivos del verdadero SOCIALISMO.

[Acción Socialista, número 22-23, París, 15/12/1951, p.5 y 6]"

Santiago Carrillo y el movimiento guerrillero en los años 40

A propósito del papel jugado por Santiago Carrillo en la operación "Reconquista de España" de octubre de 1944, se ha dicho que Carrillo vino al valle de Arán con la misión de imponer los acuerdos de Yalta a los resistentes españoles en Francia. El episodio, prólogo de la purga de Jesús Monzón y del asesinato de Gabriel León Trilla, ha sido glosado en otras ocasiones. Hay otro caso menos conocido, pero inserto en la misma línea:

Mediado el verano de 1944 llegaba a Casablanca, procedente de Montevideo y con escala en Lisboa, un misterioso personaje llamado Hipólito Gómez de Asís, hijo de un acaudalado industrial conservero uruguayo, marchado a Europa para estudiar las empresas del ramo a fin de establecer una factoría de ese tipo en el Río de la Plata. Durante su estancia en tierras lusas, había sido agasajado por el embajador de la República Oriental y por el Ministro de Marina portugués, que le acompañaron en su periplo por las principales instalaciones conserveras de Lisboa y Setúbal. Se prodigaron en su honor los banquetes y los bindis a la salud de los lazos de amistad luso-uruguaya. En su trato mundano, el caballero López de Asís, soltero, rico, y poseedor de un pasaporte americano, se convirtió en el partido ideal para varias señoritas de familias centroeuropeas en declive, arrumbadas a Portugal por efecto de la guerra en el continente.

Mas don Hipólito no había cruzado el océano Atlántico para aventuras galantes, ni siquiera para la continuación de ese estudio de mercado que constituía el pretexto de su tránsito hacia el norte de África. Hipólito Gómez de Asís había desaparecido siendo niño, y su identidad fue usurpada y reelaborada a medida para ocultar a Santiago Carrillo, a la sazón responsable de organización del PCE y teórico número tres del partido tras Pasionaria y Vicente Uribe. Carrillo llegaba de América para someter al partido a la férula de la dirección repartida entre México y la URSS; a un partido que, habiendo formado parte de la vanguardia combatiente contra el nazismo, corría el riesgo de caer en veleidades autónomas respecto al destino que para la Europa occidental tenía pactado Stalin con los anglonorteamericanos.

En noviembre de 1942, Jesús Hernández ya le había comentado a Dolores Ibárruri la necesidad de emplear a los militantes comunistas españoles residentes en el norte de África en la resistencia antinazi. Se trataba de ofrecerse a los aliados para llevar a cabo tareas de propaganda y trabajar en la industria de guerra para contribuir al esfuerzo por la victoria. En caso de entrada de Franco en la guerra al lado del Eje, Hernández -igual que otro comunista disidente, José del Barrio- apostaban por la formación de unidades militares específicamente españolas mandadas por oficiales españoles para luchar junto a las tropas aliadas. A este fin, Hernández recomendó a Ibárruri el envío a Argelia de un grupo de cuadros y militares del grupo que se encontraba inactivo en la URSS. Debió hacerse a regañadientes -porque Pasionaria era de la opinión que ofrecerse voluntario para abandonar la URSS era sospechoso de antisovietismo-, pero lo cierto es que en 1944 se encontraban en Orán Mariano Lucio y Nemesio Pozuelo, que habían recibido instrucción en unidades guerrilleras soviéticas.

Carrillo narra que a su llegada se encontró con que la dirección establecida en aquel puerto argelino permitía que “una treintena de cuadros del partido [estuviesen] pasando un curso de técnicas ilegales –de espionaje prácticamente- en una escuela de los servicios norteamericanos y nuestros responsables allí mantenían una fluida relación con los jefes de dichos servicios. Éstos, por otra parte, suministraban intendencia a los nuestros. Me enteré en la primera reunión que un grupo de camaradas que recibiera ya ese entrenamiento había sido desembarcado en España y caído en manos de las fuerzas franquistas”.

Con el pretexto de que Dimitrov había ordenado no suministrar datos sensibles sobre militantes comunistas a los servicios de inteligencia occidentales, Carrillo procedió a destituir a Lucio y Pozuelo, a los que, en el argot estalinista "envió a trabajar a la base". El procedimiento, en palabras del propio Carrillo, fue impecable: "Como el centralismo democrático era entonces un principio incontrovertible y yo era allí el dirigente más elevado, destituí a Lucio y a Pozuelo y formé un nuevo grupo dirigente (…) Limpio el terreno, rota toda relación con dichos servicios, nos pusimos a trabajar”.

El "delito" de Pozuelo y Lucio fue negarse a aplicar la directriz de cortar con los americanos amparándose en que el Buró Pólítico del partido desconocía la situación en África del Norte, “que ellos, por estar sobre el terreno, dominaban". El viejo y recurrente conflicto entre el interior y el exilio, entre los cuadros de primera línea y la dirección distante pero poseedora de los resortes de coacción y legitimación de la línea política, iba a ser una constante en la carrera de don Santiago. Dominada la organización en la orilla sur del Mediterráneo, Carrillo volaría a Toulouse para someter a la del otro lado de los Pirineos. Don Santiago podía sentirse orgulloso: había aplicado las directrices a la perfección. La tenaza sobre la Península Ibérica quedaba en suspenso; Stalin y Churchill podían descansar tranquilos; Franco, sin saberlo, también.

Relaciones PCE-CNT

Entre la CNT y el PCE existía una historia de relaciones tormentosas e intentos de utilización que venían de lejos. Hay que recordar que la CNT acordó temporalmente enviar su adhesión a la Profintern (la Internacional Sindical Roja, brazo sindical de la Internacional Comunista) tras el denominado Congreso de La Comedia de 1919, y facultar a Ángel Pestaña para viajar a Moscú y negociar el ingreso. Sin embargo, la Conferencia de Zaragoza de 1922 aprobó la retirada anarcosindicalista de la Tercera Internacional, acuerdo que incumplieron algunas secciones como las que, reunidas en Lérida bajo la convocatoria de Andrés Nin y Joaquín Maurín (exsecretario del Comité Nacional de la CNT), siguieron apostando por la integración en el movimiento comunista. Los comunistas fueron expulsados tanto de la UGT -en 1922- como de la CNT -en 1923-, y respondieron con la creación de los Comités Sindicalistas Revolucionarios. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, con el práctico desmantelamiento de la CNT por la policía, el PCE se planteó la posibilidad de reconstruir la central bajo su hegemonía. De su política de atracción de militantes del sindicalismo se derivó el ingreso en el partido de antiguos dirigentes cenetistas andaluces como José Díaz o Antonio Mije en 1927.
La expulsión del grupo de Maurín y Nin, y la adopción por la Comintern y sus secciones nacionales de la línea de "clase contra clase" y "frente único por la base" aisló políticamente a los comunistas del resto de las fuerzas obreras. El PCE, abandonada toda opción de restar influencia en la CNT a la dirección "anarco-fascista" (según la terminología sectaria de la época), fundó su propia correa sindical, la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU). Serían los nuevos aires traídos por la triple catastrófica experiencia del triunfo del nazismo en Alemania en 1933, el aplastamiento del movimiento obrero austriaco y el fracaso del octubre asturiano en 1934, los que llevarían al giro imprimido por el VII Congreso de la IC en 1935, que impulsó la formación de Frentes Populares Antifascistas. Los comunistas ingresaron en las Alianzas Obreras, con socialistas y anarquistas, la CGTU se disolvió para ingresar en la UGT y la nueva línea adoptada tenía como objetivo final la formación de un Partido Único del Proletariado. A pesar de ello, en provincias donde la competencia por la base obrera era muy fuerte, como Andalucía y, concretamente, Málaga, las diferencias perduraron e incluso se saldaron a tiros, con muertos por ambas partes.
El derribo de Largo Caballero en 1937 obligó al PCE a cambiar, si no de orientación en su objetivo de marchar hacia la creación del Partido Único del Proletariado, sí de aliados en la búsqueda de tal fin. En el verano del 37 la CNT estaba momentáneamente arrinconada, aislada del resto de las fuerzas republicanas por su participación en los enfrentamientos de Barcelona, y dividida entre su sector "gubernamental" y los anarquistas "puros" de la FAI y "Los Amigos de Durruti".
En esos momentos, el principal problema para el PCE no lo constituían los anarco-sindicalistas, sino los caballeristas que se oponían tanto a la caída de su líder como a la creciente hegemonía comunista en el sindicato. Por todo ello, en septiembre del 37 el PCE tendió una mano a la CNT con el fin de quebrar su unidad de acción con el sector socialista de la UGT, que estaba a punto de originar una escisión. A tal fin, a mediados de mes, en la prensa comunista y en resoluciones de los Comités Provinciales se publicaron artículos y resoluciones apoyando el fortalecimiento de los comités de enlace UGT-CNT, la mejora de las relaciones entre las organziaciones comunista y anarcosindicalista, y el ofrecimiento del Buró Político del PCE para entrevistarse con el Comité Nacional dela CNT.
Los resultados fueron parcos y, además, desde ese otoño se agravaron las diferencias entre comunistas y socialistas, y la prevención del conjunto de las fuerzas republicanas contra el PCE. Al contrario de otras opiniones, pienso que el final de la primavera y el comienzo del verano del 37 fueron los momentos en que el PCE estuvo más cerca del poder -según el testimonio de Claudín, Miaja llegó a ofrecerle al partido tomar las riendas del gobierno-, pero lo frenaron, entre otras razones, las directrices provenientes de la URSS, que consideraban tal opción contraproducente para sus intereses de acercamiento diplomático a Gran Bretaña. Y eso que no debían ser pocas las voces dentro del partido que lo demandaban: Togliatti, por ejemplo, llegó a decir de "los militares" como José del Barrio, que habían perdido la cabeza en sus reclamaciones de "más poder" para los comunistas.

Repatriación de los restos de José Díaz

Agencia EFE-Tiflis(Georgia). Por Misha Vignanski - 25 abril 2004

La televisión georgiana emitió esta noche un documental sobre José Díaz, el secretario general del Partido Comunista de España (PCE) que se suicidó en Tiflis en 1942 y cuyos restos aún esperan ser repatriados a su Sevilla natal.
"El sevillano olvidado" es el título de la cinta, rodada por el cineasta georgiano Alexandr Eliasashvili, quien indagó durante dos años en los recién desclasificados archivos georgianos y rusos del Politburó de la URSS, la Internacional Comunista y el KGB.
El documentalista, de 26 años, explica en una entrevista con EFE que se interesó por la figura de José Díaz en 2002, cuando tropezó por casualidad en el cementerio Veri de Tiflis con una perdida tumba cubierta de hojarasca con una inscripción en español en la lápida.
"Aquí yace José Díaz, dirigente del Partido Comunista de España y del Movimiento Obrero Internacional", rezaba la inscripción, que lo movió a estudiar todo lo que pudo hallar sobre este personaje en los manuales soviéticos y, después, a continuar la búsqueda en los archivos comunistas de Krasnogorsk, ciudad satélite de Moscú.
"Todas esas carpetas sólo fueron desclasificadas en la década de 1990", dice el cineasta y subraya que los documentos desmienten el mito de que Díaz haya sido eliminado por supuestas discrepancias con Stalin en el curso de las purgas y represiones en la URSS.
Según Elisashvili, Díaz padecía una grave enfermedad y, en un ataque de dolor, se suicidó el 19 de marzo de 1942, a los 47 años, arrojándose por la ventana de la quinta planta del céntrico hotel "Tiflis", donde residió durante siete meses con su esposa y la hija.
"Una semana justo antes de su muerte, Díaz escribió a Stalin y a su compañera de la dirección del PCE, Dolores Ibárruri, que sus días estaban contados porque padecía un cáncer gástrico terminal; las cartas aún se guardan en los archivos", señala el cineasta.
Añade que, todavía durante la Guerra Civil española de 1936-39, Stalin había enviado en secreto a Madrid a su médico personal, quien revisó a Díaz y dictaminó que debía ser operado.
Poco tiempo antes de la caída de Madrid el 28 de marzo de 1939, el secretario general del PCE fue trasladado a Leningrado y sometido a una intervención quirúrgica que prolongó por tres años su vida.
El 22 de junio de 1941 el Ejército nazi invadió la URSS y, a medida que se adentraba en territorio soviético, Díaz se trasladaba de Moscú a la ciudad de Ufá, en el Volga, después a Sochi, balneario en el mar Negro, y finalmente a Tiflis, la capital de la república transcaucásica de Georgia, adonde llegó en otoño del mismo año.
Muy debilitado por la enfermedad, durante los últimos meses de su vida pasa en Tiflis intensos tratamientos, siendo atendido por los mejores médicos georgianos que amablemente pone a su servicio el entonces líder comunista de la república, Kandid Charkviani, pero nadie puede contra el cáncer.
"En los archivos del KGB georgiano se conserva una filmación de doce minutos de aquel funeral, donde interviene Dolores Ibárruri y promete que llegará el día cuando el agradecido pueblo de España repatriará los restos de José Díaz. Pero aún no fue posible", señala el documentalista.
La Pasionaria vuelve a Tiflis en 1960 "para inaugurar un monumento al emblemático comunista español", pero pasarán otros 30 años -que incluirán la transición española y la "perestroika" soviética- hasta que la repatriación de los restos de José Díaz parecerá empezar a hacerse realidad.
El 21 de marzo de 1991, la agencia oficial soviética TASS anunció que el monumento de bronce de José Díaz acababa de ser desmontado para ser reinstalado en Sevilla, adonde debían ser repatriados sus restos a petición del Partido Comunista andaluz y los familiares.
Pero el proyecto se vio paralizado por el caos que acompañó la desintegración de la URSS y el auge nacionalista en Georgia, que desembocó en varias guerras civiles.
"Todo quedó relegado a mejores tiempos. Tal vez la aparición de mi película hará recordar a este legendario personaje en España y en su patria chica, Sevilla", concluye el cineasta georgiano.
La tumba de José Díaz se encuentra en un "sector privilegiado" (si cabe) del cementerio Veri de Tiflis, cerca de la iglesia local.
Permanecía totalmente olvidada -ni siquiera la podían encontrar inmigrantes españoles que la visitaban en años anteriores-, pero el interés de Elisashvili al menos hizo a los empleados del camposanto limpiar la tumba y cercarla con una discreta valla.

Comentario: Hay algunas inexactitudes en el texto de EFE. José Díaz no fue trasladado a Leningrado para ser operado "poco tiempo antes de la caída de Madrid el 28 de marzo de 1939": el secretario general del PCE salió de España en 1938 para ser tratado de su enfermedad en la URSS. Por ello no fue testigo personal de los acontecimientos del periodo que va de la batalla del Ebro y la caída de Cataluña hasta el golpe de Casado. Y por ello mismo se obstinó, una vez acabada la guerra, en recabar de los demás integrantes de la dirección -y de un sinfín de cuadros medios y militantes- su versión acerca de la actitud del partido durante el último año de la guerra y, en particular, sus semanas finales. Y, como ya apuntaban, entre otros, Tagüeña, Hernández, Castro... su opinión sobre el comportamiento de la mayoría del Buró Político fue enormemente crítica: hay una copia del informe presentado por la dirección bajo el título "Nuestra guerra y la actuación del Partido", acotado en los márgenes de puño y letra por el propio Díaz, donde no se ahorran acerbos comentarios hacia la mayoría del BP.

La desolación por la pérdida de la guerra, por la actitud confusa e ineficaz del partido durante la derrota, unido a la devastadora experiencia del exilio en la URSS para la colonia española, debieron ser factores que, coaligados a su irreversible enfermedad, contribuyeron a su suicidio en 1942. Pero ya hacía tiempo que apenas se contaba con él como dirigente político. Su nombramiento como responsable de la Komintern para los asuntos de Latinoamérica y la India apenas era algo simbólico; por el contrario, bajo el pretexto de su enfermedad se le mantuvo alejado de los principales centros de decisión, tanto de Moscú, en principio, como posteriormente de Ufa -adonde se trasladó el aparato de la Komintern tras la invasión nazi- o de Kuibishev -donde se instalaron el gobierno soviético y el PCUS-.

Sería interesante saber si entre esos papeles desclasificados que cita el cineasta se encuentra el tan traido y llevado testamento político de Díaz, que según pensaban muchos, no era excesivamente complaciente con Dolores Ibárruri.