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Estudios sobre la historia del movimiento comunista en España

"Alfredo", "Ercoli", Togliatti

"Alfredo", "Ercoli", Togliatti La figura de Palmiro Togliatti ha gozado tradicionalmente de buena prensa entre un amplio sector de la izquierda historiográfica. Togliatti es dibujado con tintas que lo caracterizan como un eurocomunista avant la lettre, capaz de influir, junto a Dimitrov, en el viraje frentepopulista del VII Congreso de la Komintern; de dirigir con acierto la línea del PCE durante la guerra de España, evitándole las tentaciones maximalistas de asumir el poder contra sus aliados; y de extraer de la derrota republicana las enseñanzas que le conducirán, desde sus "Escritos sobre la guerra de España" hasta el "memorial de Yalta" -su testamento político-, a la formulación del policentrismo, el abandono del dirigismo soviético y la crítica de la ausencia de democracia en el sistema del "socialismo real".

Togliatti -"Alfredo", para los dirigentes comunistas españoles- se fabricó él mismo, y con la inestimable colaboración de otros, su propia leyenda: arrostró el riesgo de permanecer en España para montar, junto con Pedro Checa, la necesaria infraestructura clandestina del partido cuando el golpe de Casado precipitó el final de la guerra, mientras que el grueso de la dirección comunista abandonaba precipitadamente el país desde el aeródromo de Monóvar, el 7 de marzo de 1939; capturado por los casadistas, junto con Pedro Checa y Fernando Claudín, logró evadir la prisión y poner en marcha las directrices para la evacuación de cuadros y militantes; ante la confusión reinante, con los comunistas combatiendo al mismo tiempo en las calles de Madrid contra los casadistas y las avanzadillas franquistas, elaboró un documento en el que se fijaba la línea del partido, tendente a evitar la reproducción de una guerra civil dentro de la guerra civil; y, en el último momento, con las tropas de Franco pisándole los talones, abandonó España desde la escuela de vuelo de Totana, dejando en funcionamiento una nueva dirección clandestina, encabezada por el vasco Jesús Larrañaga.

En el archivo del PCE se conservan, sin embargo, multitud de informes, realizados por dirigentes y cuadros de todo nivel a consecuencia del impulso de "reflexión" puesto en marcha cuando Stalin preguntó retóricamente a Codovilla, Dimitrov y otros por las causas del "luctuoso final" de la guerra española, que no se compadecen exactamente con la versión de Togliatti.

El “Alfredo” de Monóvar aparece como un individuo preocupado por tener que tomar decisiones propias sin contar con la posibilidad de restablecer la comunicación con la Komintern, cortada por la caída de la emisora de Albacete en manos casadistas. Su captura a las afueras del aeródromo no hace sino aumentar su tribulación: el documento que elaborará a medio camino entre Alicante y la ciudad manchega (y que verá la luz el día 12 de marzo ) contiene formulaciones claramente derrotistas –como la publicación de la deserción de la flota, refugiada en el puerto tunecino de Bizerta, lo que provocará el pánico y la huida precipitada de algunos cuadros esenciales para asegurar la línea de costa Cartagena-Alicante de cara a una evacuación organizada-, y adolece de debilidades tácticas injustificables, como dejar al Consejo de Defensa la iniciativa de negociar o no el cese de los enfrentamientos y la vuelta a la legalidad del PCE sin formular ninguna medida de presión.

Desde el día 9 circulaba otro manifiesto bien distinto, en el que una dirección paralela, encabezada por Jesús Hernández desde su puesto de mando cerca de Utiel, llama a los comisarios y militares comunistas a no relegar el mando ni entregar las armas bajo ningún concepto sin haber conseguido la restitución de la legalidad frentepopulista y sin que hubieran cesado las persecuciones, so pena de emplear contra la Junta casadista las tropas y tanques de la 47 división del XXII Cuerpo de Ejército, al tiempo que se justifica la resistencia de las unidades comunistas que combaten en Madrid. Sin embargo, Togliatti escribirá más tarde que su documento estaba redactado en términos “mucho más enérgicos” que el de Hernández, y que en cualquier caso eran complementarios. Lo cierto es que, según referiría Stepanov en su informe personal, el manifiesto de Togliatti sentó como un tiro entre la dirección ya exiliada en Paris, que acordará en reunión de su Buró Político recomendar a L´Humanité que no procediera a su publicación.

"Alfredo" afirma también que restableció el contacto con Hernández el 12 de marzo, pero no hay testimonio directo de que llegaran a verse, dado que Togliatti parecerá más preocupado en procurar la evacuación de los asesores soviéticos –para lo que necesitaba entrar en contacto con el aparato de la Komintern, que debería enviarle los barcos de la “France Navigation” a tal efecto- que en diseñar la nueva infraestructura del partido adaptada a la clandestinidad que se avecina. De hecho, Togliatti se refugia en una casa proporcionada por su compatriota Ettore Vanni, director del periódico comunista valenciano “Verdad”, desde donde logrará recuperar el contacto con Moscú gracias a la llegada de su mujer, Rita Montagnana, aunque solo podrá obtener el envío de un barco, el Lezardieux.

Mientras Checa, Hernández, Larrañaga y otros se encargan apresuradamente de repartir responsabilidades y funciones entre quienes pasarán a ser la dirección comunista clandestina en el interior, Togliatti redacta un nuevo manifiesto, supuestamente en nombre del Comité Central, con fecha 18 de marzo, en el que vuelca todas las responsabilidades de la derrota en la actitud del Consejo de Defensa. En abierta contradicción con lo que había sostenido seis días antes, la intención que le atribuirán posteriormente disidentes como Hernández o Félix Montiel será la de endosar la derrota en exclusiva a la junta de Casado, dejando incólumes las que pudieran incumbir al propio PCE. Sea como sea, el tercer documento viene a añadir confusión sobre confusión. Tres días más tarde, según él, o el 24 según otras fuentes, “Alfredo” y los últimos dirigentes comunistas en España alzan vuelo rumbo a Orán. Mientras la mayor parte de ellos permanecerán varias semanas internados en condiciones deplorables, Togliatti hará valer su condición de ciudadano soviético para abandonar inmediatamente la colonia francesa.

La figura de Palmiro Togliatti aparece, pues, como la de un kominteriano al uso, probablemente con más capacidad política que otros de pensamiento más esquemático –como Stepanov- o más simple –como Codovilla-, pero no menos dócil a las directrices estalinianas ni menos celoso de la supervisión del partido a él encomendado. Sus posiciones de marzo de 1939 no son las del dirigente reflexivo que ha llegado a la conclusión de la inutilidad de la resistencia mediante el análisis del contexto y extrae enseñanzas útiles para el futuro, sino las del funcionario eficiente que ha de dar carpetazo a un conflicto amortizado por la dirección de la internacional desde finales de 1938 y que algunos de sus protagonistas se empeñan enojosamente en proseguir a despecho de las nuevas necesidades de la geoestrategia soviética.

Togliatto, "Alfredo" o "Ercoli" tardará mucho en llegar a sus célebres conclusiones heterodoxas: no se conoce que alzara una voz discrepante cuando buena parte de la dirección del PCI refugiada en la URSS sea liquidada, como la de otros partidos –el polaco, el alemán…- durante las oleadas de purgas posteriores a 1937. Ni que denuncie las mentiras con que se entablarán procesos como los que, en 1948, costaron la vida a antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales, como el ministro del Interior húngaro, Laszlo Rajk, al que se hará confesar que había sido liberado de su cautiverio en el campo francés de Vernet a instancias de la GESTAPO; o como el que laminará a la dirección del partido comunista checo -de la que formaba parte el ex brigadista Arthur London, viceministro de asuntos exteriores- cuyos integrantes serán acusados de “agentes del capitalismo” y “espías al servicio del imperialismo norteamericano”. Su "oscurecimiento transitorio" parece tener más dósis de lo primero que de lo segundo.

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